Después de tres años, intenté convencerme de que todo estaba bien. Incluso creí saber que de verdad lo estaba. Ciertamente era sí, yo lo había olvidado, superado, dejarlo atrás, ya no era una de mis prioridades, ya no era parte de mi presente. Poco yo sabía, o no quería admitir, que ahí estaba. Y siempre estuvo. En un hueco de mi corazón, esa gota de esperanza, del frasco de lo que pudimos ser. Tantas cosas dejé pasar... Tal vez si no hubiera sido tan estúpida. Te dejé ir.
Fuí estúpida. No luché por vos. Me rendí ante una batalla que asumí perdida incluso antes de apuntar la flecha. Bajé la armadura. La tiré. Salí corriendo del campo de batalla que ni siquiera existía.
Pero no hay un día que deje pasar en que no me pregunto qué hubiera pasado si de verdad hubiera luchado. Si hubiera apuntado y disparado. Tal vez la flecha caía, pero y qué si no lo hacía. Tal vez hoy podríamos seguir en contacto, y creeme que no hay algo que desee más en este momento. Me haces tanta falta. Y ahora te necesito tanto.
Tal vez, en un punto, ni siquiera sentí que tenia que luchar. Pensaba que no había ni siquiera una batalla, que no tenía sentido pelear una batalla que ya estaba perdida. Porque claro, cómo podías enamorarte de mí? Incluso podría yo gustarte? Claro que no. Pero , y qué si así pasaba?
Nunca me dí la oportunidad... Nunca te dí la oportunidad.
Y me arrepiento tanto de no haberte hecho saber cuánto, de verdad, significabas para mí. Lo mucho que te adoraba, lo especial que eras en mi vida. Porque tan sólo el pensamiento de tu sonrisa, o de cómo me miraste la primera vez que nos vimos, hacía que mi cabeza de vueltas, que mi estómago se revuelva, que mi corazón se acelere. Me transmitía lo que no necesitaba de una forma tan inocente y elegante. Me sentía flotando en las nubes. Y a la vez cayendo lentamente al frío suelo.
Una persona ciega se hubiera dado cuenta de lo mucho que te amaba.
Y después de tres años, aún sigo derramando ESA lágrima. Esa del qué pudo ser?.
He cometido muchos errores en mi vida, pero dejarte ir fue el único del que me arrepiento cada día de mi vida.
Tal vez algun día pueda despertarme a las 4.30 am, mirar a un lado de mi cama, apreciar tu bello rostro y no sentirme tan sola.
Necesito tanto acariciarte, y verte una vez más. Escucharte decir mi nombre, o tan sólo un simple adíos. Ese que nunca tuvimos.
Te necesito. Y te extraño, no de la forma en que uno extraña a sus padres cuando se va de viaje, o de la forma en que extrañas a tu amigo despues de no verlo por unos días. Te extraño de la forma en que extrañé jugar a las muñecas después de haber crecido, te extraño como extraño el sentimiento que tenía al llegar Navidad, Te extraño de la forma en que uno extraña las simples cosas. Esas que no son las mismas cuando las mirás después de muchos años, cuando ya cambiaste, cuando ya no sos el mismo. Porque yo fui diferente, no te amé cómo debía hacerlo. Y desearía que el destino nos dé una oportunidad. Para que yo pueda demostrarte con cada caricia, con cada supiro en tu oreja, con el aroma que dejé en tu ropa después de estar todo el día juntos, cuánto te amo.
No creo que nunca haya amado algo de la forma en que yo te amo. Y no, no estoy enamorada, nunca lo estuve. Pero mi amor por vos perdura y prevalece, arde en mi interior como fuegos artificiales en el Año nuevo, como pólvora se desvanece, como cenizas que nunca se van.