Me desarmo, lo poco que queda de mí se destruye poco a poco. Yo me estoy haciendo esto, pero ya no puedo salir, no puedo. Estoy atrapada en este dolor. Rasguño y pateo las paredes para intentar romperlas y ser libre. Pero soy tan débil que ya no puedo seguir, mientras caigo velozmente al suelo, me desvanezco. Tal como nada. Sin varlor. Sin vida. Pensé que siempre estarías ahí para mí, me pregunto donde?. Porque te busco y no estás, te fuiste. Te alejaste tan rapidamente de mi lado que no pude distinguir el momento aquel en el que ya no estabas. Y así me fui quedando sola. Yaciendo en el piso cual flor marchitada, vencida por la realidad aturdidora gritando desde el más allá, impidiéndome oír los latidos de mi corazón animandome para seguir sosteniéndome. Soy esclava y víctima de mi propia consciencia, soy prisionera de mi mente. Que me hace hacerme daño a mí misma, dejandome llevar por la corriente de la pena y el dolor, hundiendome en las amargas aguas de la depresión y estrés. Ya no me quedan fuerzas para seguir, las pocas fuerzas que tenía se las han llevado, todas las personas por las que luche para que se mantuvieran a mi lado. Y se llevaron mi orgullo, haciendome cada vez mas debil. Ya no me quedan motivos de sonreír, pero aún así lo hago. Y lloro, y me descompongo en el desasosiego de la noche. No logro consiliar el sueño, y si lo hago, es porque ya no tengo fuerzas ni para llorar. Y tengo falta de sueño, pero no puedo dormir.
No sé que hacer, ya no tengo razones para sentirme viva.
Me odio por todo. Odio mirarme al espejo y ver reflejado mi rostro y mi cuerpo. Muchos piensan que no me gusta salir, que soy aburrida. Pero ni se imaginan que es por el disgusto que me tengo a mí misma. No me puedo permitir salir a la calle y que me vean, soy horrible. Y no aguanto ser así. Me gustaría gustarme, pero no puedo.
Y acá sigo, sosteniéndome de nada, sigo adelante sonriendo, aunque ya no pueda ni mantenerme en pie.